Físicamente, es una auténtica torre, ya que su 1.95 lo hace temible con solo verlo de lejos. Sin embargo, no hablamos de un delantero panzer. Streller tiene mucha calidad en el juego de pies. Y su dribling con el balón es atípico para un ariete de su talla. No es un jugador para abrir huecos o cabecear balones, es un revulsivo, un futbolista explosivo, de los de segundas partes. Si se le situa sólo en el ataque, no rinde satisfactoriamente. Éste es su talón de aquiles. Un jugador de 1,95, que se mueve como un mediapunta, pero sin la velocidad necesaria para el puesto, y que no encuentra el gol en la posición de delantero, cosa indispensable en el reino del esférico.
Saint Jakob Park vio progresar a un crack, ocho años más tarde vuelve a encontrarse con "su" futbolista, ahora, juega en el club de los anónimos. Lo cierto es que en Suiza se ganó el reconocimiento de su país, pues sus cifras anotadoras eran extraordinarias. Aunque no pudo mostrarse al mundo al estar cedido en el Thun la memorable y, para muchos, irrepetible temporada del Basilea en la 2002/2003 (octavos en Champions y a punto de dar la sorpresa).

Una vez puestos los pies en tierra, nuestro futbolista regresa a su casa, el Basilea y, a la sombra del joven de ascendencia turca Derdiyok, intentará sacar su nombre a relucir por europa. Tarea ésta, harto difícil para un anónimo del fútbol...
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